6.12.08

No era más que eso. Una simple historia, nada más. Pero como de costumbre, ella las solía agrandar. No es que era egocéntrica o exagerada, sino creativa le diría yo.
Resulta que ella fabula en sus horas libres, le encantaba acostarse e imaginar. Los viajes de colectivo la divertían un montón, se perdía en sus historias, propias, o ajenas, del que estaba sentado a su lado, de la mujer que estaba atrás, el que hablaba por celular.
Pero resulta que una vez se enamoró, y el amor más la imaginación no siempre son una buena combinación. Cada palabra de su amor ella las decoró, cada gesto lo maximizó. Las horas a su lado eran eternas, la espera insuficiente, las palabras escasas.
Pasaron los días, su enamoramiento aumentó. Pero los planes a futuro, su proyección, que en algún momento ella creyó compartidos, se comenzaron a desvanecer. Los días se hicieron semanas, y las semanas llegaron a tres meses de angustia y búsqueda. El encuentro no llegó.
Un domingo de verano, tras una jornada insensata y agobiante dejo un cartel en el banco donde solían conversar que decía:

"Piedra libre por vos. "

Sonrió, y se fue a buscar más historias que imaginar.

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