25.10.09

Cuadernos escritos, en en ese entonces carpetas, lestras de canciones, en ese entonces Linkin Park, palabras repetidas mil veces en cartas sin estampita. Cocas, puchos y un largo recorrido del colegio a casa. Años con demasiado recuerdo ensima
Un insoportable dolor de cabeza, terrible, recuerdos miles que no te dejan pensar tranquila.
Todo es bastante irreal estos últimos días y necesito escribirlo para entender, para sentir, para darme cuenta que nada de esto paso. Pero paso, eso me lo repiten todos los días, leo comentarios en el facebook, veo tu nombre repetido mil veces en el diario. No se suponia, no tenían por que nombrarte.
No saber entender, no saber actuar, no saber verte. ¿Cómo nos sensibilizamos ante el mundo?
Mis cactus y las plantas de mi ventana murieron también. De noche no puedo dormir. Y tengo el corazón en mil pedacitos desparramandose cada vez que te nombran.
¿Por que no te nombramos antes?

17.10.09

Incoherencias arriba del colectivo

Me pregunto cómo se lee a una mujer mirándote a vos, que en un lapso de incoherencia dejé que me tomarás la mano. Ahora pienso que me gustas o que yo te gusto. El problema es ese, yo pienso. Pero ¿quién no lo hace? El juego de la coquetería nunca fue mi preferido. Ante la falta de autoestima siempre elegí lo más fácil: ir al grano. Ahora contengo mis ganas de encontrarte en el pasillo e invitarte al baño. Ya no quiero jugar más, la incertidumbre siempre me hizo mal. No quiero dobles mensajes, ni dobles identidades, quiero tu voz en mi oído, diciéndome cosas bonitas, quiero tardes de mantecol y canciones de las dos, quiero pasear de tu mano los domingos de calor, tomar cerveza y cantar en algún bar.








Es gracioso leerme a mí en este tono tan rosado, corresponde a momentos pequeñitos en los cuales soy poseída por algo que no comprendo. En realidad cada una de las entradas acá presentes se diferencian de entre si, o por lo menos para mí. Cada una es tan diferente de la otra, que a veces siento que no soy la misma persona que escribe en cada una de esas ocasiones. Es extraño, pero no soy una, todas o ninguna, SOY y con eso me basta.

13.10.09

Hablemos de género. Muchas personas pensarán en la seda, el jersey o el jean . No, ese género no. Tampoco es el género discursivo, dramático, o épico.

Hablemos de género como una construcción cultural que las sociedades imponen al individuo, género en femenino o masculino con una serie de conceptos e ideas que definen. Ahí aparecen las primeras exclusiones, es desde la base de nuestras expresiones y nuestras significaciones que comenzamos a excluir.

Hablar de varón/mujer, femenino/masculino, hasta de heterosexual/homosexual, por muy inclusivo que suene, es una manera de invisivilizar, de discriminar y de ignorar.
Muchas veces uno lo hace por ignorancia. En la escuela, la educación formal, nos enseñan que hay un macho y una hembra, que el “hombre” nace, crece, se reproduce y muere. No hay posibilidad de no ser mujer y tampoco ser hombre. No nos enseñan la posibilidad de ser mujer y sentirte hombre, ni tampoco de la de ser hombre y sentirte mujer, o la posibilidad y elección de no ser ninguno. El sistema necesita catalogar y etiquetar. Tampoco nos enseñan que no hay una sola forma de ser mujer y sentirte mujer o de ser hombre y sentirte hombre.

¿Qué pasa cuando crecemos? A veces sucede que sos una nena de 10 años y te obligan a jugar a las muñecas, mientras lo único que querés es jugar con la pelota (marimacho). O sos un varón de 18 años y te gusta cocinar y vestirte bien (trolo). Pero no se supone que estas cosas pasen.

Vivimos bajo las normas de un sistema binario. O sos hombre o sos mujer, si no, estás fuera.
Si tenés vagina sos mujer. Si sos mujer, tenés que vestirte de rosa y jugar a las muñecas a temprana edad. En la adolescencia deben atraerte sexualmente los hombres. De adulta parirás mil hijos, formarás una familia y cuidarás de ella.
Si, por lo contrario, tenés un pene, eres hombre. Si sos hombre jugarás a los autitos y a la pelota. De adolescente te excitarás al ver mujeres y la masturbación te estará permitida para el pleno desarrollo sexual. De adulto te casarás con una mujer a la cual preñarás las veces que consideres necesario y alimentarás las bocas que traigas al mundo.
De no cumplir esto, no tendrás los mismos derechos y libertades que las demás personas. Hasta tal vez dejes de ser considerado persona, y se abuse de ti por degeneradx. Pueden tildarte de inmoral, pero peor aún de amoral, porque las otras morales fuera del código hegemónico, casi siempre se invisibilizan.

Ser mujer, a su vez, significa estar por debajo del hombre, por más que hoy en día ganamos espacio público, aún nos falta ganar espacio privado, donde constantemente somos reducidas a menos. Si sos heterosexual, está todo bien, si sos homosexual haremos tu vida imposible. De bisexualidad ni se habla y los “travestis” son aberraciones, prostitutos o Flor de la V. Las lesbianas son unas locas de mierda, seguramente machonas y sumamente resentidas con los hombres. No son muchas, según el gran imaginario colectivo.
Lo que acabo de reseñar es demasiado simplista, burdo y hasta parecería cierto. Pero no, queridos lectores. Esta no es la realidad, ni siquiera en Tucumán.

El género no es la expresión de un ser interior, o la interpretación de un sexo que estaba ahí, aun antes del género.
La estabilidad del género depende de una alineación entre sexo, género y sexualidad, una alineación ideal que en realidad es cuestionada en forma constante y falla permanentemente.

El género es una actuación. La actuación que podamos encarnar con respecto al género estará signada siempre por un sistema de recompensas y castigos. Esta performatividad del género es una práctica social, una reiteración continuada y constante, en la que la normativa del género se negocia.
Si concluimos que el género no existe por fuera de esa normatividad, o sea que no esta en el cuerpo del sujeto, las normas del género no serían algo distinto que la reiteración y actuación de esas mismas normas. Por lo tanto estas normas están sujetas a la resignificación y a la negociación.


Yo me transformo al transformar. Yo soy hecha por la historia al hacerla.

7.10.09


Quizás fue por eso



la decisión de tomarla de la mano



mientras caminábamos hacia la parada,



yo sabiendo que me iba,



ella pensando que volvería.



Y fue entonces,



al dejarla sola en esa esquina,



que la miré,



y diciendo un auténtico sí con la mirada,



comprendí de que forma la quería.